Los criterios de aceptación definen las condiciones técnicas y documentales que un ventilador minero debe cumplir antes de su puesta en servicio. Su propósito es asegurar calidad, seguridad y desempeño reales dentro de la red de ventilación, alineando lo ofrecido por el fabricante con las necesidades de la faena. Con un plan claro de aceptación, la operación inicia con curvas verificadas, riesgos mitigados y una base sólida para el mantenimiento futuro.
En fábrica, el FAT verifica dimensiones críticas, materiales, equilibrio del impulsor, aislamiento del motor, recubrimientos anticorrosión y ensayos de caudal, presión, potencia y eficiencia para emitir curvas certificadas. En sitio, el SAT contrasta el desempeño bajo condiciones reales (densidad, pérdidas de red, accesorios) y valida el control con VFD para arranques suaves, rampas y ventilación a demanda. Se inspeccionan soportes, alineación, sellos, rigidez de base y la integridad del sellado de ductos que condiciona el tiro disponible.
El dossier de aceptación debe incluir planos, certificados de materiales y recubrimientos, protocolos de balanceo y alineación, manuales, listas de repuestos críticos, procedimientos de bloqueo/etiquetado y especificaciones de instrumentación (presión, caudal, vibración/temperatura) integrables a SCADA. Cuando la ingeniería lo requiera, la aceptación considera evidencias de CFD que respalden geometrías de succión, toberas, difusores y transiciones de baja pérdida.
Cumplidos los criterios, el ventilador se declara conforme y apto para operar dentro de su curva estable, reduciendo riesgos de bombeo, ruido y sobreconsumo. Una aceptación rigurosa se traduce en confiabilidad, seguridad ocupacional y ahorro energético sostenido en la ventilación minera.