Los ensayos de ventiladores garantizan que el equipo cumpla con el caudal, la presión y la potencia especificados antes de su integración en la red minera. En banco de pruebas se obtienen curvas certificadas caudal–presión–potencia–eficiencia bajo condiciones controladas, que sirven de referencia para la puesta en marcha y el seguimiento en operación. Validar el punto de trabajo dentro de la curva estable reduce riesgos de bombeo, ruido y vibración excesiva.
El proceso incluye FAT (Factory Acceptance Test) con verificación dimensional, balanceo del impulsor, pruebas eléctricas del motor y mediciones de presión, caudal y potencia. Ya en sitio, el SAT (Site Acceptance Test) compara el desempeño real con las curvas, corrigiendo por densidad (temperatura y humedad) y resistencias de la red. En equipos con VFD se evalúan arranques suaves, rampas y estabilidad del control a distintas velocidades.
La instrumentación debe cumplir requisitos de incertidumbre y disposición adecuada de tomas: tramos rectos para caudal, puertos en succión/descarga para presión, y registro de temperatura/consumo. Los resultados alimentan el modelo de red, preferentemente con soporte de CFD, para afinar compuertas, sellado y transiciones. La documentación final incorpora protocolos, certificados de materiales y recubrimientos, listas de repuestos y recomendaciones de operación y mantenimiento.
Con ensayos rigurosos, la ventilación minera logra verificación de desempeño, eficiencia energética y cumplimiento técnico, asegurando continuidad operativa y seguridad.