El control de polvo en minería es esencial para proteger la salud de los trabajadores y asegurar una buena visibilidad en las labores subterráneas y de superficie. Las operaciones de arranque, perforación, voladura, transporte y trituración generan grandes cantidades de partículas finas que, si no se controlan, pueden provocar enfermedades respiratorias y aumentar el riesgo de explosiones en presencia de polvo combustible. El sistema de ventilación desempeña un papel clave al diluir y transportar el polvo lejos de las zonas de trabajo mediante caudales adecuados y una distribución uniforme del aire.
Los ventiladores principales y auxiliares contribuyen a arrastrar el polvo hacia las galerías de retorno, donde el aire contaminado se conduce al exterior. En muchas aplicaciones se combinan ventiladores con sistemas de supresión húmeda, cortinas de agua, puntos de captación localizada y equipos de filtración. En algunas minas se utilizan ventiladores centrífugos conectados a filtros específicos para extraer el aire polvoriento de plantas de trituración, cargaderos o estaciones de transferencia, reduciendo la concentración de partículas en los entornos más críticos.
El diseño de un plan eficaz de control de polvo en minería requiere analizar las fuentes de generación, la dirección de los flujos de aire y las características del material explotado. La velocidad del aire en galerías y conductos debe ser suficiente para transportar el polvo sin permitir su asentamiento en la vía, pero sin alcanzar valores que provoquen molestias o desgaste excesivo en la infraestructura. La monitorización periódica del nivel de polvo respirable, junto con el mantenimiento adecuado de ventiladores, filtros y sistemas de supresión, garantiza que las concentraciones se mantengan por debajo de los límites establecidos. De este modo, el control de polvo se convierte en un componente esencial de la gestión integral de la ventilación y de la salud ocupacional en minería.