La inspección de impulsores es crítica para la seguridad y la confiabilidad de los ventiladores en minería. Las palas están expuestas a cargas cíclicas, polvo abrasivo, humedad y químicos que provocan erosión, corrosión y fatiga. Un impulsor deteriorado altera la aerodinámica, eleva la vibración, aumenta el ruido y puede sacar al equipo de su curva estable, comprometiendo caudal, presión y vida útil de rodamientos.
El procedimiento incluye limpieza controlada, medición de espesores, verificación de fisuras mediante ensayos no destructivos (líquidos penetrantes o partículas magnéticas), control de deformaciones y chequeo de uniones y soldaduras. Se revisa el estado de recubrimientos anticorrosión/antiabrasión y se evalúa la necesidad de reparaciones locales. Tras cualquier intervención o acumulación de depósitos, es imprescindible ejecutar balanceo dinámico de alta precisión y verificar holguras y concentricidad.
La inspección se complementa con análisis de vibraciones para correlacionar hallazgos mecánicos con firmas espectrales (1×, 2×, envolvente). En equipos con VFD, se utilizan arranques suaves y rampas para reducir esfuerzos durante pruebas. Un estudio de CFD puede justificar cambios menores de geometría o protección en zonas de impacto para disminuir erosión y pérdidas. La trazabilidad exige registrar números de parte, lotes de material, resultados de ensayos, balanceo y fechas de intervención.
Con una inspección periódica y criterios de aceptación claros, el impulsor conserva su eficiencia aerodinámica, el ventilador mantiene baja vibración y la ventilación minera opera con mayor seguridad y disponibilidad.